Idea para sobrellevar el confinamiento
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Si hay una palabra que realmente me gusta es paisaje. Sirve tanto para describir el mundo natural, como para emplazar el sitio donde los hombres se conocen y se mueven por el mundo. Pero hay algo más. Cuando te levantas por la mañana y vas al trabajo, a la escuela o al mercado, seguramente atravieses un paisaje más o menos bonito, pero lo interesante es tratar de prestarle cada día una pizca de atención adicional, con la mente abierta y dispuesta a asombrarse con lo que ese paisaje quiera revelar. Pero no es fácil conseguir esto. (sigue...)
En buena parte de la planificación urbana, en especial la de áreas pobres, hay algo que empobrece doblemente a los pobres y es la fealdad que los rodea. Y es comprensible que sea tan difícil alcanzar y mantener el equilibrio en lugares como esos.
Hace ya unos cuantos años, me levantaba a las 05:00 AM para tomar un tren suburbano e ir a trabajar en una cafetería en un barrio de mierda en Buenos Aires. Pasé unos cuantos meses así. Calles sucias y abarrotadas de gente. Smog, olores, ruidos insoportables, y 14 cuadras de veredas sin árboles tenía que caminar para llegar a aquel café. Lo pasé realmente mal por esos días; trabajaba mucho y cobraba muy poco; acabé agobiado y, sumado a otros motivos, renuncié un día y no fui más a ese lugar. Pero a los pocos días de dejar ese trabajo fuimos con mi novia a pasar una semana junto al mar. Aún recuerdo esos días como unos de los más reparadores de mi vida. Estaba exhausto y volví totalmente recuperado. Y qué hizo la magia? Pues no lo sé, pero creo que bastante tuvo que ver aquel paisaje.
Pero sí sé, sin embargo, que no se trata solo de la presencia exterior del paisaje. Porque en rigor amanece y llega el crepúsculo incluso en los lugares más duros de la ciudad. Y creo que conectarse con lo elemental puede ser una forma de volver a entrar en ritmo con el universo.
Ahora mismo, tan confinados, tan encerrados, no importa tanto si tenemos la suerte de vivir o trabajar en un lugar paradisíaco. Lo que hace la diferencia está en la recreación cotidiana que podamos hacer de aquella hermosura externa, incluso a través de la memoria o la imaginación, y ser llevada hacia adentro como algo sustentador.
Lo que quiero decir es que hay personas que se mantienen siempre en primera línea, que mantienen rozagante su piel y sus cabellos aún en áreas de máxima barbarie. Y son capaces de sostenerlo porque hay en ellos una especie de visión infrarroja (podríamos llamarla altruismo) que les permite ver el horizonte por más paredes que haya por delante. Me encanta la frase de Pascal, que siempre debes tener algo hermoso en tu mente. Quizás allí esté la clave.