Colorada bata de satén

 Bueno, que lindo, parece que todo el mundo a mi alrededor ya tiene todo resuelto. Ella es la inteligente, él es el gracioso, el otro es el mejor amante y aquel otro el más capito. Cada uno con lo suyo bien definido. ¿Y por casa cómo andamos?. Medio a la deriva, entre expectativas que no elegí y preguntas que no tengo ganas de responder.

"Solo sé vos mismo", te dicen. Pero… ¿y si todavía no tengo idea de quién soy?

Hay días en los que pruebo distintas versiones de mí: más callado, más extrovertido, más seguro, más despreocupado… esperando que alguna de esas me quede cómoda, como la bata roja le quedaba a Sandro. Pero todas terminan sintiéndose como disfraces, pesados, calurosos, imposibles de llevar.

Hay una presión silenciosa cuando la gente espera algo de vos. Cuando te da miedo decepcionarlos, y entonces achicás tus sueños, forzás sonrisas, solo para no desentonar.

Y, la verdad… un poco cansa fingir. Hacer como que todo está bien para que nadie te pregunte cosas que no sabrías cómo explicar. Asentir cuando en realidad querés gritar. Reírte cuando por dentro te estas cayendo.

Capaz que simplemente estoy en proceso, evolucionando. Y esos procesos son siempre un quilombo. Pero algo sí me tranquiliza… la ilusión de que al final, esté perfectamente bien que así sea.


Adieu!