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Cada día y un poco de hoy

  7:11 am No aspiro a lo mejor; aspiro a “casi” lo mejor. Me concentro y pongo todo mi esfuerzo en alcanzar la excelencia, pero justo un instante antes de llegar, suelto el acelerador. Dejo que el impulso me lleve al puerto de destino. Es como un gráfico en forma de campana: tras el clímax, solo queda descender. Y descender nunca me resultó agradable. 8:30 am Llego puntualmente a la escuela. Tengo responsabilidades que me pesan, aunque todos insisten en que este servicio no debería agotarme. Pero cada semana siento más miedo al verme en el espejo. Cuanto más tiempo permanezca mi sonrisa, más temo que se vuelva imposible sostenerla. Me aterra que un niño sienta que no le doy lo suficiente. Aunque lo que más me asusta es que pueda ser verdad. 11:20 am Sobreestimamos cuánto tiempo tenemos. Nunca podemos medirlo con precisión, aunque nos engañemos pensando que somos lo suficientemente rápidos. Trabajamos con la idea de que el tiempo nos sobra, pero las cosas pueden cambiar en un sus...

Ideas para asegurarse el éxito

  ¿Te pasó alguna vez que llamás a alguien por un tema simple y cortito y terminás hablando largo y tendido? Es que cuando hablamos en voz alta se generan nuevas conexiones mentales que te van llevando a hilvanar nuevos temas que no estaban siquiera pre-pensados. Es como si el pensamiento fuera algo abstracto por naturaleza, pero al hablar, incluso con uno mismo, se activan más asociaciones y el campo de ideas se va expandiendo. Al final, el lenguaje —hablado o escrito— nos estimula y ayuda a conectar pensamientos, y de esa sinapsis salen nuevas ideas, inspiraciones que quizá no hubieran aparecido estando en silencio.  Lo que estoy diciendo ahora surgió solo porque estaba al pedo y me acordé de cómo disfruto de escribir por escribir; de empezar a toquetear el teclado sin rumbo e ir descubriendo lo que internamente tenía ganas de decir. En psicología se sabe que el lenguaje y el pensamiento se construyen juntos; pensamos con los signos y símbolos del lenguaje que usamos, en el ...

Estado de bienestar

  Ayer estuve recorriendo la librería Yenni de mi ciudad. Como los libros de ficción (novelas y cuentos) los tomo prestados de la biblioteca pública, a las librerías solo voy para buscar libros sobre negocios, filosofía, psicología, marketing, en fin, todo lo relacionado estrictamente a la no-ficción. Esta vez, me sorprendió la terrible cantidad de libros que parecían estar enfocados en los problemas más básicos de la vida: cómo llevar una dieta sana, cómo hacer ejercicio, cómo tener amigos, y naturalmente… cómo ser feliz. Lo curioso es que, a pesar de que estos libros están por todos lados y la gente los lee, parece que los argentinos insistimos en no estar felices, sanos o conectados. Yo mismo solía leer mucho este tipo de libros, y ahora que lo pienso, me doy cuenta de cuánto tiempo desperdicié tratando de mejorar mi vida sin enfrentar los problemas de fondo. No es que no haya libros de autoayuda que valgan la pena. Los hay. Pero me parece que ya es hora de aceptar que muchos de...

Un poco de amor francés

  Me enteré de que en junio murió Françoise Hardy, qué pena me dio. La música de Françoise me acompañò bastante cada vez que estuve con problemas de autoestima. La elegancia de su voz, su imagen extraordinaria y el acento francés nativo me volvieron loco desde que la conocí. Se dice que el argentino siempre admiró a la comunidad europea y su estilo de vida, en especial a los franceses, de quienes por algún extraño motivo yo también me siento atraído. Asì que me senté tranquilo en mi escritorio a escuchar a Hardy en Spotify con un pantalòn pinzado color azul y una camisa de algodón también azul con rayas blancas que daban el toque marinero atemporal y sofisticado que la situación requería. Desearìa haber estado en un departamento con vistas al Sena y que la música estuviera saliendo de un toca-discos de vinilo en lugar del altavoz de mi computadora pero, aún asì, me sentì transportado a esos momentos glamorosos de la vida en que todo parece fácil, fluído. No estoy pensando en dinero...

Ideas para participar de un concurso

  Anoche escuché un podcast donde el entrevistado se quejaba de las modernidades que nos afectan, como los celulares, las computadoras, los smartwatch y todo eso. Mientras oía la entrevista, imaginaba cómo hubiera sido la charla de haber ocurrido un siglo antes, con la aparición de la moderna máquina de escribir y su poderosa ráfaga de letras. Fue en una de esas máquinas donde aprendí a usar el teclado, posicionando todos los dedos de las manos en las enormes teclas, que eran el doble del tamaño de mis deditos. Cu - u - e - ere - te, y luego pe - o - i - u - y, según la técnica de repetición que me hacía practicar mi vieja (gracias ma, pocas cosas me sirvieron en la vida tanto como eso). El entrevistado del podcast resaltó que prefiere las cosas a la antigua. Cuanto más conoce las decisiones modernas, más aprecio siente por las buenas y viejas costumbres. Puse una minúscula sonrisa en mi rostro, una tradición que se me repite de vez en cuando. Algunas personas llaman a eso conserva...

Ideas para pensar mejor

  Pensé que este finde XL iba a pasarlo adelantando escritura del libro de ajedrez en el que vengo trabajando hace diez meses, pero no, apenas si pude dedicarme a pensar un poco. Y es que con la práctica vas viendo que antes de encarar una buena escritura, es necesario buscar un buen pensamiento. Esta idea puede parecer evidente, pero en esta era de producción rápida y constante, es fácil olvidarla. Estamos atrapados en un ciclo de contenido efímero, donde la presión de la inmediatez reemplaza la profundidad del pensamiento. Pero además de cancherear, ¿qué quiero decir con esto de "buen pensamiento"? Me acuerdo que, una vez, mientras cursaba la licenciatura en composición musical, para aprobar una materia nos pidieron un ejercicio que consistía en una pieza que integrara elementos de música clásica y jazz contemporáneo. La consigna parecía directa: tenía que investigar, analizar las obras y componer mi pieza. Sin embargo, cuanto más estudiaba las estructuras y armonías, más c...