No soy tímido, ahorro batería
Me acuerdo que una vez, durante los primeros años de la facultad, estaba tranquilo en una reunión de amigos hasta que a un loco macanudo se le ocurrió interpelarme: —“¿Y vos? ¿Por qué no hablás un poco más, eh? ¡Salí de ese caparazón!” Yo me reí alevosamente, levanté mi gaseosa y pensé: “Tranqui, genio, estoy bárbaro en mi caparazón, gracias.” Y es que si sos introvertido, seguro alguna vez te dijeron algo así. Como si ser tranquilo o reservado fuera algo que hay que corregir. Pero… ¿y si ser introvertido fuera, en realidad, una ventaja? Seamos honestos: los introvertidos somos los héroes del silencio. Podemos estar horas solos sin volvernos locos, o quizás acompañados, pero sin la más mínima necesidad de intercambiar nada con aquellos. Observamos todo lo que pasa alrededor sin sentir la presión de meter un bocadillo todo el tiempo. Y lo mejor, recargamos las baterías leyendo un libro, acomodando estampillas o escuchando música mirando un punto fijo sin que nadie nos hable. Claro que n...