Relámpagos
Nadie sabe cuándo ni dónde surgirá el próximo relámpago de felicidad. Es más: no podemos saberlo y, por eso, precisamente, es que podemos ser felices. Pero es un relámpago. Es un instante incandescente, un chiste corto pero bien contado.
Algunos obstinados inmortalizan el místico chispazo: buscan transformarlo en mito, en concepto, en reserva hereditaria. Otros se contentan con mantenerse flotando en las turbulentas nubes de la incertidumbre hasta la próxima fricción.
Nada existe. Nada es cierto. Excepto lo que ocurre.
El hombre espera. Es su fin natural. Es su misión y fin absurdo. El hombre adora desesperar, volver a hallar y deslumbrarse.
Y así.
Luego volver a esperar, destellar otro poco y recordar.
Adieu!