Muerte por mil cortes

 Entre los oscuros recovecos de la antigua China imperial, se encuentran métodos de castigo que parecen sacados de los propios laberintos del terror. Uno de estos métodos, conocido como "Lingchi", fue trascendiendo las fronteras de la historia para impregnar nuestra cultura con su impactante narrativa. 

Traducido al español como "muerte por mil cortes", el Lingchi evoca imágenes de agonía perpetrada meticulosamente por la figura de un verdugo, quien, empuñando un filoso cuchillo secciona pequeñas porciones del cuerpo de su víctima hasta mandarlo ´pal otro lado. Este tormento se extiende por un tiempo que desafía la resistencia humana durante horas o incluso días, hasta que el dolor se vuelve un abismo insoportable que solo la muerte puede cerrar.


Historias de castigos como ésta hay varias, como la gota perpetua que te cae sobre la frente, o la apertura fija de los párpados hasta dejarte sin vista. Sinceramente yo no las creo, pero sí es posible asimilarlas a los desafíos de la vida.


Basta con mirar un poco atrás para ver que la mayoría de los momentos difíciles (por ejemplo en salud, finanzas y relaciones), los fracasos personales raramente provienen de un solo problema. En realidad, los obstáculos más grandes suelen ser el resultado de una acumulación de muchos problemas pequeños. Son como miles de cortes pequeños que, acaso sin darnos cuenta, permitimos que se repitan a lo largo del tiempo, día tras días y año tras año.


Mentiras piadosas, descuido del cuerpo, exceso de ego. Desperdicio del tiempo, dudas, pereza, glotonería. La lista sigue pero sólo menciono algunos para ver que, tomados uno por uno, estos pequeños fallos apenas se notan, pero tomados en conjunto y repetidos en el tiempo pueden llevar a una catástrofe. 


Propongo entonces observar esos micro-desaciertos y evitar que una olita se convierta en tempestad. La muerte por mil cortes no se la deseo a nadie pero sí deseo que te sirva para reflexionar un días más. 


Adieu!


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