Curioso equilibrio
Debe ser raro verme llevar a mi hijo a la escuela, y antes de entablar el diálogo con alguna persona, tomarme un par de segundos para mirarle fijamente a los ojos.
No, no soy un loco ni un pervertido, solo soy alguien que se mantiene curioso acerca de las complejidades de la mente humana y las dinámicas sociales.
Es asombroso; por momentos las personas están absortas en las obligaciones innecesarias que les exigen como seres sociales, y al rato, están cegadas por una tendencia hacia la aniquilación mutua.
El amor y la hostilidad que conviven en la mente humana son como dos caras de una moneda: un breve giro en el aire y alguna situación que determinará de qué lado se va a mostrar.
La educación abunda, pero la violencia es mayor. El amor es una virtud, pero la rabia es más común. Quien siga a más de 200 o 300 personas en twitter sabrá de qué hablo.
Es un día de sol. Felipe anda en bicicleta y yo camino detrás suyo. El verde oscuro de los árboles contrasta suavemente con el verde claro del césped, casi representando la poca diferencia que habita entre las personas, sin embargo, de este mismo verde, de esta misma comunidad, el árbol y el individuo obtienen nutrientes para su crecimiento, respectivamente.
La risa de unas niñas detrás mío y el viento que deja la bici de Felipe cuando pasa rápido a mi lado me brindan cierta comodidad, como si no hubiera preocupaciones en el mundo.
Pero de alguna manera sé que las hay. Tiene que haberlas. Está en el rostro de cada hombre y mujer que pasa; problemas invisibles y demonios invisibles.
Está en la economía. No solo en la estructura comercial, el consumismo y los impuestos, está en la economía de la vida.
Esa que siempre se reserva un montón de sorpresas para el momento menos pensado. Aquella diseñada para siempre encontrar una forma de equilibrarse a sí misma: las cosas buenas deben existir para que ocurran las cosas malas y viceversa.
¿Alguna vez pensaste en cómo sería el mundo si no hubiera opuestos en todo? Quiero decir, ricos y pobres, guerra y paz, hombre y mujer, nubes y sol. Cuando llueve cuatro días seguidos me pongo contento… porque ya sé lo que viene después.
Los científicos dicen que el universo opera en un sistema de equilibrio. Las galaxias chocan para que nazcan nuevos sistemas. Los tiempos malos existen para que haya tiempos buenos y viceversa. Porque, después de todo, no puede existir algo malo si no hay algo bueno que lo evidencie, ¿verdad?
No podés disfrutar de lo bueno si no existiera lo malo. De hecho, un mundo con tanto bien, donde todos somos honestos, los vecinos cuidan uno del otro, donde no existe el sufrimiento, carecería de color. Bromearía diciendo, ¿sabes lo aburrida que sería la vida sin maldad? O la vida cuando no hay muerte.
Los contratiempos, los obstáculos y las adversidades, son instrumentos en el gran esquema de las cosas que aseguran que haya cierto parecido con el orden, en el tejido del tiempo y del ser. El sol no sería especial si no fuera por la lluvia. La muerte debe ser fácil porque la vida es difícil, como dice una canción.
En definitiva, muchachos, es un verdadero prodigio poder observar todos los días esta cosa tan rara llamada vida. Un sistema de construcción muy intrincado, la esencia misma de nuestro ser puesta al servicio de mantener un equilibrio.
Así que la próxima vez que te sientas con mala suerte, o que pierdas una oportunidad, o encuentres obstáculos en tu búsqueda y te sientas abatido, recordá que solo estás contribuyendo al paradigma del equilibrio. Y que todo va a cambiar.
Adieu!