Ideas para conectar con propósito

Si todavía no lo advertiste, todo este último tiempo estuve tratando de generar vínculos más profundos y ampliar mi círculo social. Y te digo la verdad… no es nada fácil.

No recuerdo haber participado en tantas reuniones desde hace mucho. En pocos días me encontré en charlas sobre desarrollo, rondas de networking con gente del sector inmobiliario y un meeting sobre financiamiento para proyectos. Lo disfruté, aunque por momentos no sabía si realmente estaba conectando con alguien o simplemente cumpliendo con el ritual de intercambiar tarjetas. Tal vez eso también sea conectar, todavía lo estoy procesando.


De a poco me voy llevando mejor con mi ansiedad social y me siento más cómodo con la charla casual. Cuesta creer que me cueste tanto, considerando que hablo con gente todo el tiempo por trabajo. Pero la ansiedad social es brava, y hay algo en el hecho de interactuar desde una pantalla que lo hace todo más fácil. Igual quiero más que eso. Quiero animarme a ser más completo, a no dejar que el miedo me encierre en etapas de aislamiento o duda. Puedo hacerlo.


Cada vez que salí, traté de dar lo mejor de mí. En uno de los eventos seguí el consejo de mi coach y me acerqué a hablarle a alguien. Me moría de nervios, pero lo hice. Un “hola” amable… y silencio. Se puso incómodo. No sentí buena onda; más bien, que me estaban despachando, como si no valiera la pena. Me fui despacio, cuidando la dignidad como un torero lastimado que sabe que debe retirarse a tiempo.


Camino a casa me sentí un poco frustrado, como si no mereciera generar vínculos nuevos. Me enojé. Me cansé de tanto intentar. Pero respiré. No me dejé caer. Estuve ahí por mí. Fui lo bastante valiente como para intentar algo distinto.


Después, cuando conté lo que pasó a alguien de confianza, me dijo algo que me quedó resonando: “Esto es solo información. Esa persona te está mostrando que quizá no tiene las herramientas para ofrecerte lo que necesitás”. Me hizo un clic. Y en vez de criticar o castigarme, elegí tener compasión. Fui con la intención de conectar, y eso ya es valioso. Hoy en día no mucha gente se anima. Si soy genuino y no me encuentro con amabilidad, eso no es mío. Lo mejor que puedo hacer es soltar y seguir. Por mí. Ojalá hubiera entendido esto hace años.


A veces, el rechazo es una buena señal. No todos van a ser para mí, como yo tampoco voy a ser para todos. Por eso, cuando encontrás a tu gente, hay que cuidarla, tenerla cerca y seguir cultivando ese vínculo que te acompaña a través del tiempo, más allá de las diferencias.


Antes solía quedarme atrapado en relaciones profesionales o amistades que simplemente “se daban”. Me rodeaba de personas negativas —colegas, conocidos del ambiente, gente con la que compartía proyectos sin afinidad real— o me aferraba a vínculos que no me sumaban, solo por costumbre. Pero todas esas relaciones terminaron cayendo. Éramos personas distintas intentando llenar vacíos, desalineadas. Aprendí la lección. Por eso estos últimos años me manejé con más cautela.


Pero ahora estoy en otra etapa, una de abundancia. Creo que voy a conectar con la gente correcta. Nos vamos a cruzar no por necesidad, sino porque estamos listos para algo real, y sobre eso vamos a construir.


Así que te pregunto: ¿vos cómo conectás? ¿Con un saludo tímido, una charla profunda, un proyecto compartido… o simplemente estando presente?

Para seguir leyendo...

Lo que nadie puede darte

Ideas para no deber favores

Flamante

Ya lo dijo Shadow...

Cómo escribir una historia épica siguiendo los pasos del héroe