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Ideas para hacer durar el amor

  El futuro del amor es ayer. Fue sembrado ayer para ser vivido hoy. Es, quizás, una cosecha en dos tiempos. Tiene sudor y palabra. Semillas y gestos. El sol y las manos. Lluvia y consensos. El trabajo del arado, la confianza en la tierra, el fruto esperado y, si la semilla es buena, el placer de compartir. Después, se transforma en ayer otra vez y todo se repite.  Germina lentamente, pero necesita riego, cuidado y un trato continuo; todo hecho ayer para que pueda crecer hoy. La próxima semana del amor comienza la semana pasada.  Cuando estamos descubriendo nuevos caminos podemos llegar a omitir algunas señales, dar giros equivocados o perdernos en las salidas. Pero si la semana pasada construíste posibilidades, aunque sean pequeños andariveles, la próxima semana llegará con fuertes avenidas, transversales, cruces, rotondas y destinos. En ella figurarán las direcciones a las que los valientes asistirán, para que existan más y más semanas.  El próximo mes viene del mes pasado. El próxi

Ideas para sobrellevar un naufragio

  Regresar a un lugar que ya no existe no es una tarea sencilla. Pretender trazar la ruta perfecta me llevó casi siempre a una isla desierta. ¿Sabés qué es lo primero que muere en un naufragio? Es tu confianza infantil en los barcos. Incluso en los grandes e invencibles, los titánicos. Tus barcos tropiezan en el agua y de repente se vuelven invisibles. Quizás por eso, al querer regresar a ese lugar específico, comprendés que hay una gran distancia entre los recuerdos oceánicos, los afectos atlánticos y el amor pacífico. Lo que sé es que el paso del tiempo y la falta de intentos de rescate trajeron una pregunta: ¿es cada naufragio producto de un accidente? El hambre, la sed, el sol que quiebra el alma, todo te cuestiona: ¿es realmente inevitable que se suceda otro naufragio? Tus manos aprietan la arena, el cuerpo se debilita, sos el único sobreviviente en una isla llena de ausencias. Una vez que la esperanza se desvanece, se van agotando las oraciones, y se te terminaron los rituales pa

Ideas para detectar la soledad

  Estuve reflexionando sobre cuándo y por qué ataca la soledad. No siempre es del tipo romántico, esa falta del alma de alguien amado. Aunque creo que no es del ser amado de quien uno siente la ausencia, sino del ser amado amándonos a nosotros. Pensando en esto, me di cuenta de que hay soledad para cada gusto y disgusto. Un equipo de fútbol puede convertirse en soledad, como la Selección del 90. No ganamos la Copa, ¡pero qué equipazo! La velocidad del Pájaro, la garra del Cabezón y las atajadas del Goyco. Sé que probablemente no tengas idea de quiénes son, pero extraño ver a esos atletas en acción. ¿Será que ese equipo dejó soledad porque faltó algo? ¿La consagración no alcanzada, lo que podría haber sido, la ausencia de gol? La soledad está tejida con hilos de injusticia: la selección del 90 no era perfecta, por supuesto, pero teníamos todo para ganarle esa final a los alemanes.  O no.  Quizás no teníamos nada para ganar, pero yo tenía 17 años y disfruté muchísimo cantando “Un´estate

El sabor de la vida

  Felipe sigue reconociendo sabores, pero esta noche no quiso comer. A mi me divierte escuchar sus excusas porque la apertura de su lenguaje le facilita recursos para salirse con la suya. Cuando no quiere comer algo ya no dice “no me gusta”, ahora dice “está amargo”, o también “papá, lo siento un poco agrio, prefiero no comerlo”. Pero por más dialéctica que el chiquito ostente, es más que obvio y necesario que coma y se nutra como dios manda. Así que se me ocurrió un trucazo para neutralizar su técnica discursiva. Le dije que los gustos de la comida son todos similares, y que lo que la hace rica o fea es el gusto que nosotros queramos darle. Y es así, muchachos. El mundo tiene el sabor que le damos, que le prestamos. El bien y el mal que nosotros definimos como tales son apariencias. Me refiero a que te ocurren cosas buenas y cosas malas. Nada sabemos de la vida que vivimos y de los sucesos que nos sobrevienen. Aceptamos con alegría y empatía aquello que nos acaricia, que nos deleita,

El método Roundabout (rotondas)

  Me encanta ese proverbio que dice que “si quieres conocer a alguien, no mires lo que ha logrado, sino a sus amigos". Quizás sea interesante que los headhunters lo adopten para sus procesos de selección de personal, aunque esto presuponga “perder” un poco más de tiempo en el estudio de cada candidato. Si yo tuviera que enfrentar una entrevista laboral, y el reclutador pudiera hablar con Juancho y Pepe antes que conmigo, estoy seguro de que conseguiría el empleo inmediatamente. Desde que en 2009 leí El Cisne Negro, quedé fascinado con el libanés Nassim Taleb; de hecho, ahora estoy re enganchado con sus Antifrágil y Jugarse la Piel. Así que en esto de querer conocerlo un poco más en profundidad, lo fui stalkeando hasta descubrir a su amigo y socio Mark Spitznagel.  Mark es economista y escribió un libro interesantísimo que se llama El Tao del Capital, basado un poco en el arte de la armonía de Laozi, el Tao Te Ching. En ese libro lanzó una idea novedosa a la que llamó “Roundabout”

Ideas para sobrellevar la fiebre

  De chicos, algunos de nosotros leíamos historias de superhéroes, paladines de la justicia que se animaban a todo lo que era necesario resolver. Adalides que pensábamos que existían pero que realmente solo habitaban en nuestras inocentes imaginaciones. Estas imágenes nos daban esperanza, nos brindaban felicidad y nos hacían soñar con un tiempo en el que podríamos subirnos a los arcoíris y a los caballos alados, domar animales que escupen fuego o vivir como princesas en un castillo muy alto, esperando a que algún príncipe encantado viniera a hacernos felices para siempre. Se nos inculcaba que todo era posible con solo creerlo y desearlo. Luego crecemos (aunque no lo queramos) y la realidad va mostrando otra cosa: no hay príncipes ni princesas esperándonos en algún baile real, ni tampoco existe una bicicleta voladora que nos lleve a dar un paseo con algún simpático extraterrestre.  Peor aún, el "felices comiendo perdices" no es más que el invento de algún poeta afiebrado que p