Los hilos invisibles

 Hay vínculos que logran brillar sin esfuerzo. Son esos lazos invisibles, que no necesitan ser alimentados todos los días ni estar en contacto permanente para seguir vivos. No se ven, pero se sienten.

Anoche soñé fuertemente con alguien que ya no está. Fue un sueño tan intenso, tan real, que al despertar me quedé con una mezcla de nostalgia y alegría. Sentí que, de alguna manera, ese lazo seguía intacto, aunque la persona ya no estuviera.

Hay amistades o relaciones que el tiempo no desgasta. 

Esa es la belleza de los hilos invisibles: parece que hay un acuerdo tácito, silencioso, que los mantiene vivos pase lo que pase.

Son relaciones fuertes, porque descansan sobre el respeto, la empatía y un entendimiento profundo. No exigen. No presionan. Simplemente son.

Y eso da una paz especial: la de saber que alguien, en algún lugar, sigue estando para vos.

Algunas conexiones están hechas para ser fáciles, naturales, duraderas. No desaparecen por la falta de palabras. Se sostienen en lo invisible. Y en los momentos más solitarios, son un recordatorio silencioso de que no estás solo en la soledad.


Adieu!