Ideas para abrir la puerta correcta

Últimamente vengo hablando con mucha gente nueva: reuniones, proyectos, mesas largas donde aparecen historias y formas de ser que no conocía. Y en medio de todo eso, sin buscarlo, me volvió a la cabeza un cuento que leí hace años: La dama o el tigre. No recuerdo cuándo lo leí ni por qué, pero sí recuerdo lo que pensé.

Un joven de la corte se enamora de la hija del rey. ¿Ella siente lo mismo? No está claro. El rey, medio bárbaro, lo mete en una arena con dos puertas: detrás de una hay una mujer con la que deberá casarse; detrás de la otra, un tigre hambriento. El joven mira a la princesa, ella le señala una puerta. Y vos quedás preguntándote quién va a aparecer.


El cuento te obliga a pensar en la princesa: capaz de ser cruel, como su padre, pero también buena y sensible.


De chico, yo estaba convencido de que salía el tigre. Sentía que esa respuesta mostraba que yo “entendía” cómo eran las personas, como si la naturaleza humana fuese inevitablemente dura.


En la secundaria nos preguntaron si estaríamos dispuestos a matar a alguien y en qué situación. Dijimos lo de siempre: “si me atacan”, “en una guerra”. Como si fuera fácil cruzar ese límite. Hace poco me enteré por un informe de la ONU sobre conflictos, que la mayoría de los soldados evita disparar a matar siempre que puede. No es tan automático como creíamos.


Y ahora, que estoy conociendo gente nueva todo el tiempo me sorprendo pensando en ese cuento otra vez. Antes hubiera elegido el tigre sin dudar. Hoy prefiero otra cosa: quiero elegir confiar. Quiero suponer que la persona que tengo enfrente puede ser la puerta correcta.


Viktor Frankl decía que todos llevamos dentro una parte oscura y otra luminosa, y que cada día elegimos cuál seguir. Y aunque se recontra sabe que no somos perfectos prefiero apostar por lo mejor de nosotros. 


Capaz que esta vez, si me toca elegir, abro la puerta y sale la mina. Porque, al final, confiar también es jugársela; es decidir que vale la pena darle una oportunidad a lo bueno que todavía no vimos, pero que puede estar ahí, a punto

¡a punto! 

de mostrarse.

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