Ideas para aprender a existir
A veces siento que soy un rejunte de cosas inconexas.
Como si cada parte de mí la hubieran moldeado otras personas, con sus propias reglas, expectativas y su idea de lo que está “bien” y de lo que “vale la pena”. La mayor parte de mi vida me sentí como un extraño dentro de mi propia piel.
Porque… ¿cómo explicás no conocer el límite de tus propios miedos, de tus sueños, de tus gustos?
¿Cómo explicás quedarte callado cuando te preguntan “¿qué te gusta?” y darte cuenta de que no tenés una única respuesta que te identifique?
La fascinación me dispersa. Ni siquiera puedo decir cuál es mi comida favorita sin pensar en cómo va a sonar.
Suena una boludez, pero me recuerda lo desconectado que a veces estoy de mí mismo —como si todo en mí fuera aprendido, ensayado, como una frase que me sé de memoria pero que nunca terminé de entender.
Es como si hubiera pasado toda mi vida actuando una versión de mí que fuera más fácil de aceptar para los demás.
Me dijeron qué era el éxito, qué sueños valían la pena, qué tipo de persona merecía amor y cuál no.
Y yo seguí el guion. Porque eso hacés cuando sos chico, ¿no? Escuchás, obedecés, te moldeás para que estén orgullosos de vos. Aprendés a ponerte las máscaras que te dan, aunque cada día te cuesten un poco más de aire.
Crecí creyendo que el silencio era madurez, que obedecer era amar, que el cansancio era señal de que estaba haciendo lo suficiente.
Y ahora, cuando miro a la versión de mí que “ya tiene todo resuelto”, no la reconozco.
No sé si alguna vez fui realmente yo, o solo lo que los demás necesitaban que fuera.
A veces me pregunto quién sería si no me hubieran dicho tanto qué estaba bien, qué era aceptable, qué era “lo mío”.
Si hubiera reído más fuerte, soñado más en grande, elegido distinto.
Dicen que al crecer uno se encuentra a sí mismo.
Pero, ¿y si lo único que hice fue perderme entre todo lo que se suponía que debía ser?
¿Y si estuve tan ocupado tratando de cumplir expectativas que me olvidé de lo que era simplemente existir —sin ser el orgullo de nadie, sin cargar con lo que los demás esperaban—, solo ser yo?
Tal vez simplemente nunca supe quién era